General Rodolfo Fierro (El
carnicero de Villa)
El General Rodolfo Fierro, nació
en el año de 1880 en la comunidad de El Charay, municipio de El Fuerte, Sin., de
madre indígena y padre mestizo, fue abandonado a los pocos días de haber nacido
y adoptado por Gumersindo y Venancia Fierro, patrones de su madre.
Su infancia transcurrió sin
carencias, ni económicas ni sentimentales. Más tarde, ya joven, se fue en busca
de fortuna y después de algún tiempo terminó por trabajar en el ferrocarril,
hasta 1913 cuando se unió a las filas de Francisco Villa para pelear en la
Revolución.
Su coraje y su valentía innata
para la batalla pronto lo llevó a convertirse en lugarteniente del General
Francisco Villa, éste alguna vez dijo de Rodolfo Fierro lo siguiente:
“Nunca mira los peligros para él,
porque su valor no los conoce”.
Sus hazañas fueron muchas, tal
como sucedió el aquel 20 de noviembre de 1913 en que recibió la orden de Villa
de detener a las fuerzas orozquistas y huertistas que avanzaban rumbo a Ciudad
Juárez, con la intención de recuperarla. Fierro tomó un ferrocarril y enganchó
varios carros a él, luego les prendió fuego y los lanzo en contra de los trenes
huertistas, provocando un gran desastre en sus filas.
En los momentos más cumbres de la
mítica División del Norte, la figura militar de Rodolfo Fierro destacó por su
valor, del mismo modo que por algunos asesinatos ordenados o cometidos por él
mismo a sangre fría.
Sobre el General Fierro han
escrito muchos autores, tales como Rafael Muñoz, quien en su cuento “Oro,
caballo y hombre” narra su muerte absurda, al tratar de atravesar una laguna a
caballo, ebrio de tequila y cargado de bolsas de oro, hasta quedar atrapado por
el peso de su cargamento (En sí, su muerte fue de otra forma).
Gabriel Garcia Márquez, en
artículo que publicó en la revista colombiana Cambio, describe al General
montando a caballo, como sigue:
“Rostro oscuro completamente
afeitado, cabellos que eran casi cerdas, lacios, rígidos, negros; boca de perro
de presa, manos poderosas, torso erguido y piernas de músculos boludos que
apretaban los flancos del caballo como si fueran garra de águila. Aquel hombre
se llamaba Rodolfo Fierro; había sido ferrocarrilero y después fue bandido,
dedo meñique del Jefe de la División del Norte, asesino brutal e implacable, de
pistola certera y dedo índice que no se cansó nunca de tirar el gatillo.”
Martín Luis Guzmán en el libro
“El Águila y la Serpiente”, existe un capítulo titulado “La fiesta de las
balas” en el cual se recrea el momento en que Fierro asesina personalmente a 200
soldados orozquistas, capturados en Avilés, Dgo., durante la segunda toma de
Torreón.
En un corral los hizo correr de
10 en 10, les dijo, que aquel el que saltara la barda de 2 metros de altura, se
les iba a perdonar la vida y les dijo también, que el solo iba disparar y
agregando en forma de burla, les dijo que tiraba muy mal. Al final de la
jornada, solo uno se salvó.
Fierro fue un héroe indiscutible
en varias batallas que precipitaron la caída del traidor Victoriano Huerta.
Durante las batallas de Celaya, realizó una incursión suicida que puso en fuga
a los carrancistas y el propio Álvaro Obregón reconoció su valor en sus
memorias.
Finalmente, su busto, se
encuentra ubicado en la plazoleta de la comunidad de El Charay, en donde nació
y en donde la gente se encuentra orgullosa de que este ahí, catalogando como un
gran charayense, ya que, a decir de sus habitantes, a fin de cuentas, es un
personaje de la historia.
El General Rodolfo Fierro murió
en la Laguna de Guzmán, actualmente Laguna Rodolfo Fierro, Nuevo Casas Grandes,
Chih., el 15 de octubre de 1915, cuándo se trasladaba a la campaña de Sonora.
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