Asesinato del General Francisco Murguía
Muchos se ha dicho que la historia
la escriben los vencedores y a lo largo de nuestra historia, hay muchos
ejemplos de lo anterior, ¿Cuántas veces alabamos a los vencedores, aunque sean unos
asesinos y traidores, nada más por que vencieron y olvidamos verdaderamente a
los héroes, que la mayoría de las veces son los perdedores? De lo último hay
muchos ejemplos, yo les voy a mostrar uno.
Cuando fue capturado el
General Felipe Ángeles y habiéndosele formado consejo de guerra, la orden de
Venustiano Carranza era terminante fusilar al famoso artillero, siendo
comandante militar de la ciudad de Chihuahua el General Manuel M. Diéguez, y
sabiendo
el General Álvaro Obregón de la inmensa popularidad del General. Ángeles, le envió un telegrama con el siguiente mensaje:
el General Álvaro Obregón de la inmensa popularidad del General. Ángeles, le envió un telegrama con el siguiente mensaje:
"Lo borraré a usted del
número de mis amigos, si hace alguna gestión a favor del General Ángeles”.
Álvaro Obregón, era un tipo
que amaba el poder, por el poder mismo, y no se andaba con cosas a la hora de
ejecutar a los que se atrevían a disputarle el poder, tal como lo hizo con el
General Francisco Murguía (A) “Pancho Reatas” y con una lista interminable de
sus amigos que caerían muertos por la traición de un hombre que era implacable
con sus "amigos”.
Y que además era un cobarde,
porque él no mataba personalmente a sus enemigos, si no, que los mandaba matar,
el tipo este instituyo el “Asesinato Político” cunado mando a matar al senador
Field Jurado, porque se negaba aprobar los “Tratados de Bucareli”, en donde
Estados Unidos lo reconocía como presidente a cambio de muchas prebendas que le
dio el “Manco de Celaya”
El General Francisco Murguía,
siempre fue leal a Venustiano Carranza y lo acompaño hasta su muerte en
Tlaxcalaltongo, cuando escapaban de las hordas traidoras del Plan de Agua
Prieta, comandadas por Álvaro Obregón.
A Francisco Murguía era el
único carrancista a quien Obregón le tenía miedo y también le tenía un odio
profundo, debido a una carta abierta a Obregón, en donde lo llamaba delincuente
común, jefe de un mal gobierno por su inmoralidad política, y lo acusaba de
malversación y despilfarro de fondos públicos, indignidades internacionales,
aparte de haber nacido del crimen y sostenido por el crimen, adoptando el asesinato
como sistema fundamental de conservación, contra sus enemigos políticos
supuestos o reales, a quienes hacía desaparecer por medio de la ley fuga, por
el secuestro, por el fusilamiento y aun por procedimientos que ni el mismo
Victoriano Huerta empleó jamás, no obstante haber pasado éste como el tipo de
soldado brutal que mata sin escrúpulos.
Decía Murguía que Obregón
alardeaba de que las cárceles estaban vacías en México, pero era porque no
había piedad para nadie. En esa carta abierta señalaba una lista de hombres que
fueron asesinados por el régimen obregonista y terminaba su carta excitando al
presidente Obregón a que suspendiera el sistema de asesinatos y traiciones y
combatiera cara a cara, sin cobardías y perfidias, con lealtad y el género de armas
que merecen los hombres de honor y firmaba. De usted lealmente enemigo:
Francisco Murguía
Por lo anterior, no fue
extraño que después de ser capturado en la parroquia de Tepehuanes, Dgo.,
Obregón le ordeno al General Juan S. Torres, Jefe de Operaciones de Durango,
que le procediera a formar un Consejo de Guerra Extraordinario y que después
fuera pasado por las armas, todo eso sucedió en la noche del 31 de octubre de
1922.
Ante el cuadro de fusilamiento,
el General Murguía arengó a los soldados a que no lo fusilaban, sino que lo
asesinaban, así en posición militar, con la cabeza en alto recibió la descarga
de muerte.
De ese tamaño era el miedo que
le tenía a ese valiente general. Obregón más tarde habría de morir asesinado,
unos dicen que, por un fanático religioso, otros que por quien gobernaba a
México en esos días, que era Calles, pero se habría de cumplir la sentencia del
que a “hierro mata a hierro muere”.