domingo, 15 de julio de 2018

Los Imperialistas: General Ramón Méndez “Morir con el Emperador”


General Ramón Méndez “Morir con el Emperador”



El General Ramón Méndez, nació en el año de 1829 en Matamoros, Tamaulipas. Siendo muy joven, participó en la revolución de Ayutla y en la guerra de Reforma, siempre del lado del partido conservador. Al mando del Batallón del Emperador, participo en la intervención francesa y en defensa del Imperio de Maximiliano.

El 10 de marzo de 1865, llego a Zitacuaro, el General Ramón Méndez, al mando del Batallón del Emperador. Al tener noticias de su arribo, los Generales republicanos, Ugalde, Juan Valencia y Carlos Castillo, se trasladaron al Cerrito de la Independencia con la finalidad de ahí fortalecerse.

Méndez ataco con brío, por lo que los republicanos se retiraron a la Barranca Honda, en donde fueron atacados de nueva cuenta, causándoles 40 muertos y más de 50 prisioneros, entre ellos se encontraba herido el General juan Valencia, el cual fue fusilado y colgado posteriormente.

Poco tiempo después, capturo en Santa Ana Amantla, a los Generales José María Arteaga y Carlos Salazar y a los coroneles Jesús Díaz Paracho, Trinidad Villagómez y Pérez Milicua a quienes fusilo el 21 de octubre de 1865, en cumplimiento a la Ley del 3 de octubre de 1865, que expidió Maximiliano y que a la letra dice:

“Todos los que pertenecieren a bandas o reuniones armadas, que no estén legalmente autorizadas, proclamen o no algún pretexto político, cualquiera que sea el número de los que formen la banda y su organización y el carácter y denominación que ellas se dieren, será juzgado militarmente por las Cortes Marciales y si se declara que son culpables, aunque sea sólo del hecho de pertenecer a la banda, serán condenados a la pena capital, que se ejecutara dentro de las primeras veinticuatro horas después de pronunciada la sentencia”

El General Méndez como hombre era cruel en grado sumo, pero como militar es un saldado capaz y muy valiente, por tales características Maximiliano durante su efímero imperio, lo ascendió al grado de general, para premiarlo por su valentía.

El General Méndez, cuando todo estaba perdido y la derrota del imperio era inminente, en lugar de huir y esconderse, se presentó con sus tropas a Maximiliano en Querétaro, con el fin de morir por y con el emperador.

El 16 de mayo de 1867, un día después de que se rindiera la guarnición imperialista de Querétaro, expidió un Bando Militar, en donde se ordenaba que todos los militares que habían servido al imperio, que hubieran desempeñado un cargo o hubiesen prestado un servicio a él, en la ciudad, se presentasen en el término de 24 horas, ante los mandos republicanos, conminándolos con la pena de muerte al que no lo hiciere, de acuerdo con la Ley del 25 de enero de 1862. Se presentaron los generales del imperio, Casanova, Escobar. Monet y Valdez. y 17 oficiales franceses.

La noche del 18 de junio, el General Ramón Méndez es aprendido y llevado al Convento de Santa Teresa, estando ahí se despidió del General Tomas Mejía, quien le dijo: “Méndez estoy seguro de que será usted hoy ante estas gentes, como siempre lo ha sido” Méndez le contesto, “Sí, don Tomas, seré el mismo “.

Enseguida se despidió del Emperador Maximiliano, quien, conmovido, le dijo: “Méndez, no es usted más que la vanguardia. Muy pronto nos iremos a reunir con usted”, Por último, se despidió de su esposa, de un hijo de 10 años de edad y de su hermana.

Ante el pelotón de fusilamiento se negó a ser vendado, dijo que quería ver llegar a la muerte. Cuando se le ordenó que, por ser un traidor, se pusiera de rodillas y de espaldas para fusilarlo, montado en ira, se negó, aduciendo lo siguiente:

“No soy traidor, siempre he defendido la integridad del territorio de mi patria, su independencia y su religión, como leal mexicano”. Al ser fusilado grito “Viva México” y después dijo “Tiren”.

A las 8 de la mañana del 19 de junio, en la Alameda de Querétaro fue pasado por las armas el General Méndez, sin haber sido sometido a un juicio militar.

Los Insurgentes: José Antonio “El Amo” Torres.


José Antonio “El Amo” Torres.

José Antonio Torres, nació en San Pedro Piedra Gorda, Guanajuato, el 2 de noviembre de 1760, más conocido como el “Amo Torres” por haber sido administrador de la Hacienda de Atotonilquillo, ubicada en San Pedro Piedra Gorda (Manuel Doblado, Gto.)

Al tener conocimiento del movimiento insurgente de Don Miguel Hidalgo, se dio a la tarea de organizar un grupo de hombres y se presentó con ellos ante el Padre Hidalgo, el 4 de octubre de 1810, días después que Hidalgo ocupara la ciudad de Guanajuato, de inmediato Hidalgo le ordeno que levantara más hombres y capturara la ciudad de Guadalajara, la cual tomo el 11 de noviembre de 1810.

Para esto, Hidalgo le otorgó el grado de coronel y puso a su disposición a cerca de cien hombres. En su camino hacia Guadalajara, logro sumar 400 soldados más, en su mayoría indígenas, los cuales estaban armados hoces, palos, hondas y lanzas. Pese a lo anterior, “El Amo Torres”, se mantuvo activo en la Nueva Galicia (Hoy Jalisco), mantuvo a raya a los realistas y domino la región por bastante tiempo.

Después de enterarse de la captura de los principales jefes del movimiento de independencia en Acatita de Bajan, Coah., siguió mantuvo viva la flama independentista en la zona de nueva Galicia y Michoacán, tuvo varios combates con las tropas de Pedro Celestino Negrete y José de la Cruz.

Finalmente, el 4 de abril de 1812 fue derrotado y capturado, en la Hacienda de Tupataro (hoy Cueramaro, Mich.), por el teniente Antonio López Merino.

Marchó al patíbulo y fue ahorcado, su cuerpo estuvo colgado por varias horas, después se procedió a arrastrarlo, a decapitarlo y a descuartizarlo, después a cada parte de su cuerpo cercenada se le coloco una leyenda, que a la letra dice:

“José Antonio Torres traidor al Rey y a la Patria, cabecilla rebelde e invasor de esta capital”. Así pereció este insurgente en la plaza Venegas (Mercado Corona) de Guadalajara el 23 de mayo de 1812.

Su cabeza permaneció en el lugar de ejecución por 40 días, sus brazos fueron llevados a Zacoalco y Mexicaltzingo y sus piernas a las garitas de San Pedro y del Carmen. Su muerte debía ser ejemplar para aquellos que osaran levantarse contra la autoridad del rey.

Cabe hacer mención, que mientras que Don Miguel Hidalgo era sanguinario, Torres era un hombre que respetaba la vida y trataba de ser lo más justo posible a la hora de conquistar territorios y devolver a los indígenas las tierras que les pertenecían.