José Antonio “El Amo” Torres.
José Antonio Torres, nació en
San Pedro Piedra Gorda, Guanajuato, el 2 de noviembre de 1760, más conocido
como el “Amo Torres” por haber sido administrador de la Hacienda de
Atotonilquillo, ubicada en San Pedro Piedra Gorda (Manuel Doblado, Gto.)
Al tener conocimiento del
movimiento insurgente de Don Miguel Hidalgo, se dio a la tarea de organizar un
grupo de hombres y se presentó con ellos ante el Padre Hidalgo, el 4 de octubre
de 1810, días después que Hidalgo ocupara la ciudad de Guanajuato, de inmediato
Hidalgo le ordeno que levantara más hombres y capturara la ciudad de Guadalajara,
la cual tomo el 11 de noviembre de 1810.
Para esto, Hidalgo le otorgó
el grado de coronel y puso a su disposición a cerca de cien hombres. En su
camino hacia Guadalajara, logro sumar 400 soldados más, en su mayoría
indígenas, los cuales estaban armados hoces, palos, hondas y lanzas. Pese a lo
anterior, “El Amo Torres”, se mantuvo activo en la Nueva Galicia (Hoy Jalisco),
mantuvo a raya a los realistas y domino la región por bastante tiempo.
Después de enterarse de la
captura de los principales jefes del movimiento de independencia en Acatita de
Bajan, Coah., siguió mantuvo viva la flama independentista en la zona de nueva
Galicia y Michoacán, tuvo varios combates con las tropas de Pedro Celestino
Negrete y José de la Cruz.
Finalmente, el 4 de abril de
1812 fue derrotado y capturado, en la Hacienda de Tupataro (hoy Cueramaro,
Mich.), por el teniente Antonio López Merino.
Marchó al patíbulo y fue
ahorcado, su cuerpo estuvo colgado por varias horas, después se procedió a
arrastrarlo, a decapitarlo y a descuartizarlo, después a cada parte de su
cuerpo cercenada se le coloco una leyenda, que a la letra dice:
“José Antonio Torres traidor
al Rey y a la Patria, cabecilla rebelde e invasor de esta capital”. Así pereció
este insurgente en la plaza Venegas (Mercado Corona) de Guadalajara el 23 de
mayo de 1812.
Su cabeza permaneció en el
lugar de ejecución por 40 días, sus brazos fueron llevados a Zacoalco y
Mexicaltzingo y sus piernas a las garitas de San Pedro y del Carmen. Su muerte
debía ser ejemplar para aquellos que osaran levantarse contra la autoridad del
rey.
Cabe hacer mención, que mientras
que Don Miguel Hidalgo era sanguinario, Torres era un hombre que respetaba la
vida y trataba de ser lo más justo posible a la hora de conquistar territorios
y devolver a los indígenas las tierras que les pertenecían.
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