General Ramón Méndez “Morir
con el Emperador”

El 10 de marzo de 1865, llego
a Zitacuaro, el General Ramón Méndez, al mando del Batallón del Emperador. Al
tener noticias de su arribo, los Generales republicanos, Ugalde, Juan Valencia
y Carlos Castillo, se trasladaron al Cerrito de la Independencia con la
finalidad de ahí fortalecerse.

Poco tiempo después, capturo
en Santa Ana Amantla, a los Generales José María Arteaga y Carlos Salazar y a
los coroneles Jesús Díaz Paracho, Trinidad Villagómez y Pérez Milicua a quienes
fusilo el 21 de octubre de 1865, en cumplimiento a la Ley del 3 de octubre de
1865, que expidió Maximiliano y que a la letra dice:

El General Méndez como hombre
era cruel en grado sumo, pero como militar es un saldado capaz y muy valiente,
por tales características Maximiliano durante su efímero imperio, lo ascendió al
grado de general, para premiarlo por su valentía.
El General Méndez, cuando todo
estaba perdido y la derrota del imperio era inminente, en lugar de huir y
esconderse, se presentó con sus tropas a Maximiliano en Querétaro, con el fin
de morir por y con el emperador.
El 16 de mayo de 1867, un día
después de que se rindiera la guarnición imperialista de Querétaro, expidió un
Bando Militar, en donde se ordenaba que todos los militares que habían servido
al imperio, que hubieran desempeñado un cargo o hubiesen prestado un servicio a
él, en la ciudad, se presentasen en el término de 24 horas, ante los mandos
republicanos, conminándolos con la pena de muerte al que no lo hiciere, de
acuerdo con la Ley del 25 de enero de 1862. Se presentaron los generales del
imperio, Casanova, Escobar. Monet y Valdez. y 17 oficiales franceses.
La noche del 18 de junio, el
General Ramón Méndez es aprendido y llevado al Convento de Santa Teresa,
estando ahí se despidió del General Tomas Mejía, quien le dijo: “Méndez estoy
seguro de que será usted hoy ante estas gentes, como siempre lo ha sido” Méndez
le contesto, “Sí, don Tomas, seré el mismo “.
Enseguida se despidió del
Emperador Maximiliano, quien, conmovido, le dijo: “Méndez, no es usted más que
la vanguardia. Muy pronto nos iremos a reunir con usted”, Por último, se despidió
de su esposa, de un hijo de 10 años de edad y de su hermana.
Ante el pelotón de
fusilamiento se negó a ser vendado, dijo que quería ver llegar a la muerte.
Cuando se le ordenó que, por ser un traidor, se pusiera de rodillas y de
espaldas para fusilarlo, montado en ira, se negó, aduciendo lo siguiente:
“No soy traidor, siempre he
defendido la integridad del territorio de mi patria, su independencia y su
religión, como leal mexicano”. Al ser fusilado grito “Viva México” y después
dijo “Tiren”.
A las 8 de la mañana del 19 de
junio, en la Alameda de Querétaro fue pasado por las armas el General Méndez, sin
haber sido sometido a un juicio militar.
Valiente militar, pero del lado equivocado de la historia. Al igual que Tomás Mejía, fueron personajes que lucharon con mucha convicción por sus ideales, pero de los cuales no se menciona casi nada en la Historia Oficial.
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