El Asalto al Cerro de la Pila
A continuación, les voy a narrar
un hecho que sucedió en la tercera toma de Torreón, protagonizada por la
División del Norte al mando del General Francisco villa y de la autonombrada División
del Nazas, al mando del General José Refugio Velazco. El asalto se llevó a cabo
en el marco de la batalla por la toma de Torreón, el 24 de marzo de 1914.
El día 23 de marzo, arribaron a
la estación del Vergel (ubicada a más o menos 4 o 5 kilómetros de Gómez
Palacios), en ese lugar desembarco la caballería villista y procedió a avanzar
sobre Gómez Palacios.
Los generales Eugenio Aguirre
Benavides y Máximo García al mando de 4 mil jinetes avanzaron sobre Tlahualilo,
después de hacerlo y capturarlo, desalojaron la Hacienda de Sacramento, para
finalmente avanzar sobre Gómez Palacio.
Cabe hacer mención que Tlahualilo
y la Hacienda de Sacramento, estaban defendidos por el General irregular Juan
Andreu Almazán. Mientras tanto, los generales Maclovio Herrera y Toribio Ortega,
al mando de 2 mil 500 jinetes, atacaron Lerdo, derrotando a los colorados del
General Benjamín Argumedo y a los voluntarios de Mapimí, al mando del General
Federico Reyna.
Al respecto el General Federico
Reyna, pretendió atacar el flanco izquierdo del General Maclovio Herrera, con
una carga de caballería a sable y hubiera sido derrotado, si no fuera por la
intervención de la caballería Villista, integraba mayormente por “Los Dorados
de Villa”, al mando del propio General Francisco Villa, el General Federico
Reyna fue derrotado, muriendo en la acción. Finalmente, capturados Tlahualilo,
Sacramento y Lerdo todo quedó listo para el ataque al Cerro de la Pila.
El día 24 de marzo, comenzó el
ataque sobre el cerro, el cual estaba defendido por más de 500 federales, al
mando de los generales Ricardo Peña y Eduardo Ocaranza. El dispositivo de
defensa estaba integrado por varios fortines, así como, con nidos de
ametralladoras y cañones de montaña, repartidos estratégicamente en el cerro.
La artillería federal, con
certeros disparos mantenía bajo fuego, toda la llanura que estaba a su frente.
Mientras que la artillería villista, al mando del General Felipe Ángeles, a
pesar de contar con dos cañones, cuyos nombres fueron famosos, de nombre “El
Niño” y “El Chavalito” no eran de gran utilidad por su posición, ya que estaban
emplazados en plataformas de ferrocarril y las vías estaban levantadas desde el
Vergel hasta Gómez Palacio y apenas había comenzado la reparación de las
mismas.
La resistencia del Cerro de la
Pila, estaba sostenida por el fuego de las ametralladoras y cañones ligeros,
ubicados en la Casa Redonda y en la jabonera “La Esperanza”, estas posiciones
defensivas eran protegidas por el fuego de las baterías federales, ubicadas el
cerro de Santa Rosa.
En la noche del 25 de marzo de
1914, 2 mil villistas, organizados en tres grupos, al mando de los generales
Maclovio Herrera, Tomas Urbina y José Rodríguez, respectivamente, atacaron el
Cerro de la Pila
Las crónicas de la época
manifiestan, que fue sangriento el asalto al Cerro de la Pila. El asalto empezó
cerca de las 9 de la noche del mencionado día, desatándose el ensordecedor
sonido de los fusiles, de los cañonazos, de las bombas de dinamita y la
mortífera traca, traca de las ametralladoras federales.
Se cuenta, que mientras duro el
asalto, no hubo un solo momento de oscuridad en el cerro, ya que estaba
iluminado por los fogonazos del fuego graneado que se estaba dando en ese
lugar.
La columna villista de asalto, no
sin muchas bajas, llego hasta los fortines federales, disputándose su posesión
a sangre y fuego. En ese lugar ocurrieron varios actos de heroísmo unos por no
dejarse quitar las posiciones federales y los otros por desalojarlos de ahí.
El cerro fue tomado varias veces
y recapturado por los federales, quedando en el campo una gran cantidad de
muertos y heridos de ambos bandos.
Finalmente, para las 12 de la
noche, la posición del Cerro de la Pila, quedo en manos de los Villistas, en el
lugar murió casi toda la guarnición junto con su comandante el General Ricardo
Peña, resultando herido el General Eduardo Ocaranza, quien, no sin mucho
trabajo, se reconcentro en Torreón.
El asalto al Cerro de La Pila,
según los historiadores, es la más grande acción de guerra que se registró en
la historia revolucionaria de México a partir de 1910. Dos mil hombres atacan
un cerro no más largo que un kilómetro, con una inclinación de 30 grados,
perfectamente defendido con fortines y trincheras en su cumbre y falda, el cual
estaba defendido por más de 500 hombres, 4 cañones, 8 ametralladoras y
sostenido por las baterías ubicadas en el Cerro de Santa Rosa y las baterías de
Gómez Palacio.
Pese a su menor número, cabe
decir que los federales se batieron con denuedo y valor, para los villistas
tomar ese cerro les costó muchos muertos y heridos.
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