Parte dado al General Gildardo Magaña, de un oficial zapatista, sobre el asesinato dl General Emiliano Zapata.
Les doy a conocer el parte oficial rendido al General Gildardo
Magaña por el mayor Salvador Reyes Avilés, Secretario Particular del General
Zapata.
Explica en dicho parte, que Zapata al ver que Guajardo tomaba
Jonacatepec, aparentemente a sangre y fuego, y que cumplía la promesa de
entregarle para su castigo a los subordinados del traidor General Victorino
Bárcenas, cobró confianza e invitó a Guajardo a que tuvieran una primera
entrevista, acompañado cada uno de una escolta de sólo treinta hombres.
El mayor narra, que la entrevista se celebró en Tepalcingo, y
allí acudieron ambos, sólo que Guajardo, en lugar de presentarse con sólo la
escolta convenida, se hizo acompañar por seiscientos hombres de caballería y
una ametralladora.
Al ver Zapata a Guajardo, lo recibió cordialmente y lo
felicitó por haberse adherido a la causa del Sur. Hizo más: al saber que
Guajardo venía enfermo, le ofreció caballerosamente una pócima para su
curación; gentileza a la que pocas horas después correspondería Guajardo con la
felonía.
Celebrada la entrevista de Tepalcingo, se separaron Zapata y
Guajardo, citándose para el día siguiente en las cercanías de Chinameca.
Al llegar allí en la mañana del 10 de abril de 1919,
corrieron rumores de que el enemigo se aproximaba: por lo que el General
Zapata, de acuerdo con Guajardo, arregló los dispositivos de combate: Guajardo
atacaría al enemigo por la llanura, mientras que Zapata, le haría frente en un
punto conocido con el nombre de la Piedra Encimada.
La alarma resultó falsa, pues el enemigo no apareció por
parte alguna, y entonces Guajardo aprovechó la oportunidad para invitar a
Zapata a almorzar con él en el interior del casco de la Hacienda de Chinameca,
el cual forma un recinto completamente cerrado por alta muralla y que sólo
tiene una entrada protegida por una fachada provista de almenas.
Por esa puerta tenía que entrar forzosamente Zapata si
aceptaba la invitación, como lo hizo, y en ese instante se consumó la tragedia,
en la forma innoble que el parte aludido, detalla, el Mayor Salvador Reyes
Ávila describe en su parte lo siguiente:
“Vamos a ver al coronel, dijo el jefe Zapata: que vengan nada
más diez hombres conmigo, ordenó. Le seguimos diez, tal como él lo ordenara,
quedando el resto de la gente, muy confiada, sombreándose debajo de los árboles
y con las carabinas enfundadas”.
“La guardia formada (la de la gente de Guajardo) parecía
preparada para hacerle los honores (al Jefe Zapata). El clarín tocó tres veces
llamada de honor, y al apagarse la última nota, al llegar el general en jefe al
dintel de la puerta, de la manera más alevosa, más cobarde, más villana, a
quemarropa, sin dar tiempo para empuñar las pistolas, los soldados que presentaban
armas, descargaron dos veces sus fusiles y nuestro inolvidable General Zapata el
cual cayó para no levantarse más”.
“Su fiel asistente, Agustín Cortés, moría al mismo tiempo.
Palacios debe haber sido asesinado en el interior de la hacienda”.
“La sorpresa fue terrible; los soldados del traidor Guajardo,
parapetados en las alturas, en el llano, en la barranca, por todas partes
(cerca de mil hombres), descargaban sus fusiles sobre nosotros. Bien pronto la
resistencia fue inútil; de un lado éramos un puñado de hombres consternados por
la pérdida del jefe y del otro un millar de enemigos que aprovechaban nuestro
desconcierto para batirnos encarnizadamente”.
“Así fue la tragedia, así correspondió Guajardo, el alevoso,
a la hidalguía de nuestro general en jefe. Así murió Emiliano Zapata. Así
mueren los valientes, los hombres de pundonor, cuando sus enemigos, para poder
enfrentarse a ellos, recurren a la traición y al crimen …”
El Mayor S. Reyes Avilés. - Firmado.
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