domingo, 10 de junio de 2018

General Francisco Villa en Saltillo (Los cuatro reales)


"Los Cuatro Soles"

El 20 de mayo de 1914, el General Francisco Villa entró victorioso a la ciudad de Saltillo, Coahuila, después de lanzar su ofensiva, al mando del General José Isabel Robles, sobre el General Joaquín Maas, Comandante de la Plaza, los federales huyeron de la plaza en completo desorden. Después de la batalla, los saltillenses salieron a las calles y le dieron un gran recibimiento.

El Centauro Del Norte mandó llamar a los comerciantes saltillenses al Casino de Saltillo a quienes reprendió severamente por la hospitalidad que habían brindado a los Huertistas. Uno de ellos, manifestó valientemente:

“Señor General, nosotros somos hombres de bien, no nos metemos en la política. Nosotros queremos el triunfo de la Revolución, que es causa justa y vengadora. Pero mandan las leyes de la guerra que el hombre indefenso no puede guiarse por el consejo de su voluntad, sino por la voluntad de quienes empuñan las armas”.

“Así se comprende, que hayamos dado nosotros la contribución de nuestra ayuda a las tropas de Victoriano Huerta, las cuales, según nuestros propios sentimientos, protegen una mala causa, y por eso estamos aquí a decírselo, seguros de que usted no se entenderá y nos excusará, y que no descubrirá en nuestros actos culpa merecedora de castigo”.

Villa escuchó con mucha atención aquellas palabras hicieron buen efecto en su ánimo.

Señores, contestó, acojo con mucho gusto esto que ustedes me vienen a decir, pues creo en la verdad de sus palabras. Cuando así no fuera, su disposición a congraciarse con la causa del pueblo la limpia de los hierros pasados, siempre y cuando en el futuro tengan ustedes bastante corazón para que las amenazas de nuestros enemigos no los obliguen.

Digo, que, si yo los culpara, los culparía tan sólo del delito de su debilidad, que ahora no quiero afearles. Estén pues seguros que nada les va a pasar, y sepan que yo no soy hombre sanguinario y cruel, como me pintan en su rencor los partidarios de Victoriano Huerta. Les declaró que tengo por buena su confesión, y que no les impongo pena por su auxilio a las tropas de los usurpadores, sino que en verdad estimó que hicieron eso contra la inclinación de su ánimo.

Pero siendo también verdad que ya están aquí las tropas del pueblo, y que esta causa nuestra, es la que ustedes protegen con su simpatía, espero que ahora hablarán entre sí y resolverán de su voluntad propia haber que ayuda pueden darle, y que vendrán otra vez delante de mí y me dirán:

“Señor General Villa, queremos el triunfo de su causa, y para que se ayude y la ayude, aquí le traeremos esos cuatro reales”.

Salieron contentos los comerciantes por el buen trato que les dio Villa y al día siguiente se presentaron con el revolucionario diciéndole:

Señor General, aquí le traemos los cuatro reales que pudimos reunirle. Se trataba de 72 mil pesos uno sobre otro.

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