La Rendición del General Francisco Villa.
Corría el año de 1920, para entonces ya había sido asesinado Don Venustiano Carranza y ocupaba la Presidencia de la República, el General Adolfo de la Huerta. El presidente De la Huerta, conocía al Ing. Elías Torres y conocía también, su amistad con el General Francisco Villa, por lo que, cierto día, lo cito en Palacio Nacional y después de explicarle porque lo había llamado, lo nombro como su representante personal, con el fin de que negociara la paz con Francisco Villa.
El ingeniero acepto de buena gana
y contacto con el Centauro del Norte, a quien le explico su encomienda, la cual
acepto Villa, pero al no encontrar las condiciones idóneas en Chihuahua, decide
dirigirse a Sabinas, Coahuila.
Villa sale de Parral, cruza a
caballo a marchas forzadas el desierto del Bolsón de Mapimí en pleno verano. El
27 de julio a la 5 de la mañana, cayo de improviso sobre Sabinas, para esto, llegó
por el camino viejo que conducía al mineral de Las Esperanzas, cruzó el río
Sabinas, y tomó por sorpresa la guarnición, desde donde le envió un telegrama
al presidente De la Huerta, invitándolo a una conferencia de paz.
De inmediato, De la Huerta envió
a Sabinas al General Eugenio Martínez, quien estaba acantonado en Torreón. El
28 de julio de 1920, después de unas largas platicas, juntos levantaron un acta,
en donde se acordó que el General Francisco Villa se retirara a la vida privada.
A cambio el Gobierno Federal le cedió en propiedad la Hacienda de “Canutillo”.
Se le autorizó una escolta de 50
hombres que Villa designo y que dependían de la Secretaría de Guerra y Marina,
quien pagaría sus haberes. Estaba estipulado en la mencionada acta, que su escolta
no podría ser removida ni podría distraerse de su único objetivo, que era la
seguridad personal del general.
Al resto de los compañeros de
armas del General Francisco Villa, se les respeto el grado que ostentaban, se
les pago un año de haberes y se les dio en propiedad algunas tierras.
Asimismo, el general declaró bajo
protesta no tomar las armas en contra del Gobierno, ni en contra de sus
compatriotas. Se le encomendó al General Eugenio Martínez, la encomienda de
velar el cumplimiento de las garantías ofrecidas a Villa.
Se acordó que el desarme de las
fuerzas villistas se realizaría en La Hacienda de Tlahualilo, Durango. El
documento fue firmado en la casa ubicada en avenida Reforma número 60, en donde
se instaló una extensión telegráfica.
Aun cuando el gobierno federal le
ofreció un tren, Villa no aceptó, regresando a caballo por una ruta montañosa y
desértica, posiblemente previniendo una emboscada. En Sabinas permaneció tres
días, siendo atendido por el alcalde, José María Treviño. Cuando partió su
contingente se formó en columna de cuatro por la calle de Ocampo, frente a la
acequia, desde la avenida Puebla, hasta la de Reforma, y salió por la avenida 5
de mayo. Todo el pueblo salió a despedirlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario