domingo, 10 de junio de 2018

Hechos Trágicos de la Revolución (El Almuerzo Trágico)


La muerte del Lic. José Bonales Sandoval)

En su libro “Hazañas y muerte de Francisco Villa” escrito por el Ing. Elías Torres, nos narra un pasaje que nos enseña cómo era o más bien, como actuaba el General Francisco Villa, cuando se trataba de castigar a los traidores.

Nos cuenta el ingeniero, que, en El Paso, Texas, se encontró al Licenciado José Bonales Sandoval, quien iba a entrevistarse con el General Francisco Villa, para lo cual, él ya tenía un salvo conducto que amparaba a él y a un licenciado de apellido Ramírez y a seis más.

Cabe hacer mención, que Bonales Sandoval, había sido el abogado defensor del General Villa cuando fue procesado por insubordinarse al General Victoriano Huerta y debido a lo anterior él creía firmemente que le tenía una gran estimación y asi se lo demostraba con una  carta que  como salvoconducto   recibió,  en la  que, además   de hacerle  patente su amistad   y aprobar   el deseo  de verlo, lo invitaba   para  que pasara   a  su  Cuartel   General,   enviándole,   de  paso,  un  che­ que, por  trescientos  dólares para gastos.

Bonales Sandoval era felicista y según se había enterado el Ingeniero Torres, por boca del mismo Bonales Sandoval, que venía de Nueva York, con una misión secreta del centro directivo de ese bando político, cosa que le extraño al ingeniero Torres.

El licenciado se despidió del ingeniero Torres, diciéndole que pronto tendría   noticias de él para que  las  publicara   y que  de no  estar   tan  urgido  de  tiempo, preparando  su viaje, no le podía  dejar  un  retrato suyo para ornar  la  nota  que  seguramente  iba  a tener   que  dar  de él.

Al día siguiente no había trenes de pasajeros que partieran para el sur, así que, el General Villa le ordeno a su agente financiero, Gabino Vizcarra, que, de orden de él, le pusiera un tren especial que condujera a Bonales Sandoval y a sus acompañantes hasta Jiménez, Chih., que era en donde se encontraba el Cuartel   General de la División del Norte, al día siguiente partieron hacia allá, acompañados el propio Gabino Vizcarra.

Tiempo después, Gabino Vizcarra le conto, como testigo presencial al ingeniero torres los hechos trágicos que le sucedieron a Bonales Sandoval y a sus acompañantes.

Gabino Vizcarra le dijo al ingeniero, que cuando llegaron a la casa que ocupaba el Cuartel General en Jiménez, el general los recibió personalmente, abrazando cálidamente a Bonales Sandoval, quien le presentó a sus acompañantes, abrazando a cada uno, Villa parecía contento, porque   le alegraba ver de nuevo a quien lo había defendido   en los días amargos. 

Bonales Sandoval, aprovechando, desde luego, la buena acogida que el general le dio y tras   de algunas   otras frases, le dijo que traía   una comisión de Félix Díaz y le entrego una carta, cuya contestación esperaba en forma favorable.

Bonales Sandoval le dijo: “Para nosotros, mi general, no hay más jefe de la Revolución que usted. Carranza es una figura decorativa, incapaz de dirigir   ni siquiera un ligero combate. Hace usted bien en no aceptar órdenes de quien nada puede hacer si no fuera por las tropas de la División del Norte”

Villa recibió sonriente la carta, la leyó, o más bien trató de leer el sobre y cuando iba a sacar la carta, Bonales lo interrumpió, diciéndole:

“Guárdela usted, mi general, mañana la leerá   y nos dará la contestación, que no corre prisa   que lo haga desde luego”.

El General Villa siguió sonriente   y se guardó la carta, platicando con Bonales otro poco de tiempo, sin demostrar lo más ligera contrariedad, ordenando, después de un  rato, que  se preparara  alojamiento   a  los  recién  llegados,  pues  la  noche  se había  echado  encima  y era  preciso  descansar,   Estos  se  despidieron  para  retirarse con otro  abrazo  y el consabido  grito coreado  de "viva  Villa”

Únicamente se quedó Gabino Vizcarra, con el fin de solucionar unos asuntos pendientes, después de hacerlo, Villa saco la carta y le dijo a Vizcarra:

“Vamos  a  ver,  amigo  Don  Gabino,  qué  me  escribe  ese Félix  Díaz” en seguida le dio la carta para que se la leyera, en ella, Díaz lo reconocía  como jefe  supremo  del movimiento  revolucionario,  le ofrecía  ayuda  tanto  pecuniaria    como de con­tingente de jefes  para  el ejército,  y le hacía  patente  su odio hacia  Huerta, para  cuya completa  destrucción  se ponía incondicionalmente  a sus órdenes,  fomentando,  de paso, la división que  cada  día  era  más  grande entre Villa  y Carranza.

Cuando Vizcarra acabó de leer, y le entregó la carta a su jefe, éste, sonriente como al principio, sin nada que demostrara en él disgusto  alguno, se guardó  el papel  y, después  de hablar de otros  asuntos, se despidió   de su agente   financiero.

A la mañana   siguiente, le conto Gabino Vizcarra al ingeniero Torres, que lo despertaron de orden del general, ya que los recién llegados iban a almorzar con Villa y que lo llamaban para que los acompañara.

En la mesa ya estaban los generales Rodolfo Fierro, Manuel “El Chino” Banda y otros. Vizcarra menciona que el quedo sentado frente a Bonales Sandoval, quien al lado del general departía alegre­mente, guiñando   el ojo de cuando en cuando a sus acompañantes.

La comida se servía en un amplio corredor, de techo de lámina, ubicado al extremo de un amplio patio, en el estaban formados algunos soldados formados en línea.

Cuando uno de los acompañantes del Lic. Bonales Sandoval termino de comer, Villa le pregunto:

 ¿Ya acabó   usted?  Le ofreció más comida, a lo que le contesto “No, gracias, mi general, estoy   enteramente satisfecho.

Bueno, ­dijo Villa dirigiéndose a todos, como les ofrecí voy a darles la contestación a la carta que me trajo el licenciado Bonales.  ¿Con que usted ya acabó, amigo? Le dijo al primer comensal que se había sentido satisfecho. Sí señor, ya acabé, muchas gracias.

Entonces el General Villa se dirigió al General Fierro y le dijo, “vamos a darles la contestación convenida, empezaremos   por este amigo que ya acabó”, enseguida Fierro cogió del brazo al comensal y lo condujo hasta la pared de enfrente, colocándolo de espaldas   a la pared. 

En el acto, cinco soldados   avanzaron   e hicieron una descarga cerrada sobre el invitado, que rodó por el suelo, bien muerto.

Luego se dirigió al General Banda y le dijo, ahora sigue con los demás, lo mismo que tú, Fierro, a medida que vayan acabando, les van dando la contestación.

El   pánico se pintó en el semblante de todos los convidados   no es para   describirse, ninguno de los convidados   quería   concluir su almuerzo, todos hubieran   querido   tener   el estómago   del tamaño de un carro de ferrocarril, para no llenarlo   nunca.

Uno a uno fueron cayendo frente   a la pared   descascarada, las acompañantes protestaban:   

"Señor general, yo no sabía qué comisión traía este señor”, “A mí me invitó a que lo acompañara   clamaba otro­, pero yo no sé a qué viene" "Yo me estaba muriendo de hambre en El Paso y me presté a acompañarlo   para salir de apuros, pero nunca me dijo que fuera Felicista", nada de eso  valió.  Uno a uno fueron cayendo para no levantarse más.

El último   fue Bonales Sandoval, el miedo lo paralizo, no podía levantarse de la silla, tembloroso   suplicaba   a Villa, que seguía sonriendo   pavorosamente y dijo:

“Si    mi   madre, dijo   Villa, me viniera   a pedir   que traicionara la causa de la Revolución, para   volverme reaccionario, a mi madre mandaría matarla, camine, amigo”

Bonales no pudo levantarse, Fierro cogió la silla por el respaldo y la arrastró   con su carga hasta   las cercanías   de la pared, y allí los soldados hicieron fuego sobre Bonales Sandoval, sentado y mudo  de espanto,  con los horrores  de la  agonía  pintados   en el rostro.

Años después, cuando el General Villa estaba ya en paz, en la Hacienda de Canutillo, le dijo al ingeniero Torres, que el creyó, que Bonales Sandoval, era el parte de un plan de Carranza, para hacerlo flaquear en sus ideas revolucionarias y para exhibirlo ante los demás como un reaccionario.

Así se explica   lo que entonces   no tuvo explicación   lógica, ya que después de que fusilo a Bonales Sandoval, Villa dictó una carta para   Carranza en la que le decía lo que había sucedido   y le anexaba la carta de Félix Díaz. Concluyendo la misiva, con éstas o parecidas frases: 

"En vista de esto, los he mandado pasar por las armas, a reserva   de lo que usted resuelva   sobre el particular"

No hay comentarios:

Publicar un comentario