Félix Díaz (El sobrino de su
tío)
Murió en su cama,
apaciblemente, cuando el tiempo reclamó su cuerpo. El 9 de julio de 1945 se
entregó a los brazos de la muerte asolado por la frustración. Vivió creyendo
que con el apellido Díaz, la Patria entera se postraría a sus pies. Estaba
equivocado.
Félix Díaz fue un soldado
mediocre. Intentó rebelarse tantas veces como pudo y fracasó una y otra vez. Ni
siquiera la caída de Madero se debió a su talento, por demás escaso, había sido
Huerta quien manejó los hilos de la política y al final se quedó con el poder.
La sombra de Porfirio Díaz lo
persiguió toda su vida. No heredó ni el carisma ni la autoridad ni la
inteligencia para dar el golpe en el momento adecuado.
Santos Chocano lo definió
soberbiamente: “La mentecatez, que es siempre audaz como la ignorancia, guía
los pasos de un señor Félix Díaz que, a título de sobrino del famoso Porfirio,
se cree ungido por los hados para continuar la dinastía y prestarse a hacer un
papel secundario y ramplón”.
Con su muerte, desapareció el
último de los traidores. Lentamente habían sido devorados por la inercia de su
traición.
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