A
las 10 de la mañana como dijimos antes, se rompió el fuego en todas las líneas
del frente de ataque villista. Principalmente proveniente de los cañones
villistas que se encontraban ubicados en Vetagrande y la mina de la Plata,
descargando toda su potencia de fuego sobre las posiciones federales, quienes
se desconcertaron por la dirección de los disparos. Cabe hacer mención que las
baterías villistas cambiaron de posición, precisamente para causar sorpresa a
los federales.
Por
el suroeste del dispositivo de ataque, sonaba aterrador el cañoneo de las baterías
villistas al mando del coronel José Carrillo, quienes apoyaban con sus fuegos
el avance de las tropas de la Brigada “Benito Juárez”, al mando del General
Maclovio Herrera.
Mientras
que, por el norte, las brigadas Villa y Cuauhtémoc avanzaron desde sus
posiciones en la Hacienda Nueva, sobre el flanco del cerro de Loreto, apoyados
por las baterías al mando del capitán Manuel Quiroz, emplazadas en Vetagrande.
Al otro lado del cerro de Loreto, los federales recibían una lluvia de fuego
sobre sus posiciones, provenientes de las baterías ocultas en la mina de La
Plata al mando del General Felipe Ángeles
Por
su parte la artillería federal que estaba emplazada en los cerros de “El
Grillo” y “La Bufa” contestaban los fuegos de las baterías villistas, pero sus
disparos eran siempre hacia la retaguardia de las tropas villistas, dando lo
elevado de sus posiciones.
El
fuego de las baterías villistas al mando del General Felipe Ángeles, causaba
enormes estragos y desconcierto en las filas federales, aprovechando esta
situación las tropas villistas avanzaron hasta tomar a sangre y fuego las
trincheras ubicadas en el cerro de Loreto, las cuales los federales abandonaron
en desordenada retirada, batidos por los certeros disparos de la artillería
villista.
Apenas
habían transcurrido unos cuantos minutos desde el inicio del combate y asalto
al cerro de Loreto, y ya los revolucionarios tenían en su poder el cerro de
Loreto y enseguida el de Tierra Negra, ubicado cerca del cerro de “La Bufa”
Por
el lado derecho del cerro de Loreto avanzaron las tropas de las Brigadas “Villa”
y “Cuauhtémoc”, al mando de los generales José Rodríguez y Trinidad Rodríguez,
este último perdió la vida durante el asalto al cerro al igual que otros
valerosos oficiales. Por el lado izquierdo de Loreto, avanzaron las tropas de
la Brigada Zaragoza, al mando del coronel Raúl Madero
Mientras
tantos, el cerro de Tierra Colorada o Tierra Negra fue tomado por tropas de las
Brigadas “Morelos”, “Robles”, “Juárez de Durango” y “Guadalupe Victoria”, al
mando de los generales Tomas Urbina, Eugenio Aguirre Benavides, Severino
Ceniceros y el coronel Miguel González. La caída de estos dos cerros fue el
principio del fin de la guarnición federal que defendía Zacatecas
A
las once de la mañana, la caballería y la infantería villistas, estaban
formadas y resguardadas en el cerro de Loreto en espera de órdenes, mientras
que, después de consultarle al General Felipe Ángeles, el General Francisco
Villa, ordena el desplazamiento de las baterías villistas hacia el cerro de
Loreto, con el fin de darle apoyo con sus fuegos al coronel Martiniano Servían,
quien al mando de sus tropas avanzaba penosamente por las faldas del cerro de
“La Sierpe”.
El
General Villa desde Loreto, ordeno que varias ametralladoras dispararan sobre
las posiciones fedérales ubicadas en “La sierpe”, mientras que se emplazaba una
batería al mando del mayor Federico Cervantes, la cual, al estar lista, de
inmediato abrió fuego sobre el cerro de “La Sierpe”. Al poco tiempo se emplazó
otra batería al mando del capitán Gustavo Duron, batiendo las posiciones
federales, causando graves estragos por la gran precisión de sus disparos
los federales desalojaron sus posiciones y empezaron a huir por las faldas del cerro de “La Sierpe”, acosados por los disparos de las baterías al mando del capitán Gustavo Durón y el empuje de la infantería al mando del coronel Martiniano Servín, tras un duro combate cayo a sangre y fuego el cerro de “La Sierpe”. Cubriéndose de gloria la artillería villista al mando del General Felipe Ángeles, del mayor Federico Cervantes y del capitán Gustavo Durón
Con
la toma de estas tres posiciones, el General ángeles, considero que sería más
fácil desalojar a los federales que estaban atrincherado en la cúspide del
cerro de “El Grillo” y una vez tomada esta importante posición la victoria
final estaría al alcance de los revolucionarios. Fue entonces que el General
Francisco Villa dispuso que la artillería bajo el mando del General Felipe
ángeles cubriera el avance de las Brigadas “Zaragoza”, “Villa” y “Cuauhtémoc”,
al mando del coronel Raúl Madero y del general José Rodríguez (Cabe hacer
mención que el comandante de la Brigada “Cuauhtémoc”, General Trinidad
Rodríguez había muerto en el asalto al cerro de Loreto) sobre las defensas
federales de “El Grillo”.
Pero
volver a emplazar la artillería en mejores emplazamientos no resultaba fácil,
ya que al tenerse que moverse las piezas, atrajeron sobre ellos un fuego
nutrido de fusilería y cañonazos desde “La Bufa”, que causo muchas muertes y
muchos heridos. Mucho sufrió el capitán Gustavo Duron, para mover y emplazar
sus baterías de nuevo.
Asimismo,
el General Villa y el General ángeles eran constantemente informados por el
General Tomas Urbina, del avance de las Brigadas “Juárez de Durango” y
“Guadalupe Victoria”, al mando de los coroneles Severino Ceniceros y Miguel
González, respectivamente, sobre el cerro de “La Bufa” y de la Brigada “Benito
Juárez” y de las tropas de la División del Centro, la mando de los generales
Maclovio Herrera y Pánfilo Natera por el sur.
Por
lo que, platicando con el General ángeles, Villa le comento que, en cuanto los
federales sean desalojados de “El Grillo”, sus tropas podrían desbaratar todas
las defensas de los federales en Zacatecas y derrotar la resistencia de la
restante guarnición federal.
Una
vez que quedaron emplazadas las baterías villistas, Villa ordeno que toda la
gente que sostenía a la artillería y que había quedado a la retaguardia, se
pusieran bajo el amparo de la artillería y se colocaran en línea de tiradores.
Los
federales posesionados en el cerro de “El Grillo” y la “La Bufa” al ver la gran
concentración de tropas alrededor de la artillería villista, concentro sus
fuegos sobre ese sitio, desmontando varios cañones y causando muchos muertos,
además de causar el pánico en los que se encontraban ahí, estos pretendieron
ponerse en retirada, cosa que el General ángeles evito, arengándolos con
pistola en mano para que siguieran en la lucha.
Ya
con las baterías emplazadas, de inmediato abrieron fuego sobre “La Bufa” y “El
Grillo” y debido a la concentración de fuegos de la artillería villista, la
infantería villista ataco con mucho vigor las posiciones enemigas, lo federales
no aguantaron el ataque y empezaron a desalojar sus posiciones, huyendo
despavoridos hacia la ciudad.
A
las 4 de la tarde, los villistas dieron el asalto final, quedando en sus manos
“El Grillo” y con esta conquista, prácticamente los villistas habían ganado la
batalla, pero faltaban algunos puntos importantes como el “Crestón Chino” y el
cerro de “La Bufa”, en donde se encontraban diezmados los defensores.
A
las 5 de la tarde termino la batalla, porque prácticamente los federales al ver
desarticuladas sus defensas, huyeron despavoridos, tratando de abandona la
plaza, para esto se concentraron en “La Ciudadela” dejando de pelear y en donde
fueron masacrados por los revolucionarios que se dedicaron a solo matar a los
soldados que huían sin pelear.
Un
grupo integrado por varios miles de hombres, al mando de Luis Medina Barrón y
otros generales, entre ellos Benjamín Argumedo, trato de huir por el rumbo de
Guadalupe, en ese lugar, fueron masacrados por las tropas de Pánfilo Natera,
que estaban posesionadas en “El panteón Nuevo”, los federales rompieron el
cerco y huyeron rumbo a Aguascalientes, no sin antes dejar tapizado de
cadáveres el camino a Guadalupe.
Al
respecto, el General Felipe ángeles, menciona en sus memorias lo siguiente y
cito:
“¡Ho,
el camino de Zacatecas a Guadalupe!, una ternura infinita me oprimía el
corazón; lo que la víspera me causo tanto regocijo como indicio inequívoco de
triunfo, ahora me conmovía hondamente. Los siete kilómetros de carretera entre
Zacatecas y Guadalupe, y las regiones próximas de uno y otro lado de esa
carretera estabas llenas de cadáveres, al grado de imposibilitar al principio
el tránsito de carruajes. Los cadáveres ahí tendidos eran, por lo menos, los
ocho decimos de los federales muertos el día anterior, en todo el campo de
batalla. ¡Y pensar que la mayor parte de esos muertos fueron cogidos de leva
por ser enemigos de Huerta y, por ende, amigos nuestros!”
Hubo
combates esporádicos en el interior de la ciudad, eran pequeños grupos de
federales que se defendían inútilmente y morían en el acto. Finalmente, el 24
de junio de 1914, entro por la mañana a la ciudad el General Francisco Villa,
dándose por terminada la batalla.
Los
federales perdieron en la batalla: 6,690 muertos, tan solo en el camino a
Guadalupe, se contaron 4,000 muertos. Además, tuvieron 2,137 heridos y 4,190
prisioneros. Entre dispersos y elementos que lograron escapar fueron
aproximadamente 1,500 hombres, la derrota del ejercito federal fue total, ya
que esta derrota obligo a renunciar a la presidencia a Victoriano Huerta.
Los
revolucionarios perdieron aproximadamente 3 mil hombres entre heridos y
muertos.
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